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Esta es la era de la música y de los estados del espíritu que la acompañan. Actualmente, gran parte de los jóvenes entre 10 y 20 años viven para la música. Ella es su pasión nada les estimula más. Ellos tienen autos equipados con la ultima palabra en aparatos de sonido; tiene reproductores portátiles, van a discotecas y a los bares donde la música “anda suelta”. Si la música realmente ejerce influencia, imagínate el alcance de esto.
El psiquiatra ingles Anthony Storr afirma: “la música está tan libremente disponible hoy en día que descuidamos y subestimamos su poder para bien, o para el mal.”
Probablemente, el más importante resultado de la investigación científica sobre la música haya sido el descubrimiento de que ella es percibido a través del tálamo, región del cerebro que recibe el estimulo de las emociones, sensaciones y sentimientos, antes de ser sometidos a las regiones del cerebro responsables por el razonamiento y la inteligencia. La música, que por lo tanto, no depende del sistema nervioso central para poder penetrar en el organismo, puede incluso estimular a través del tálamo, el centro de control de todas las emociones, sensaciones y sentimientos. Debido a eso, la música se convirtió en la herramienta por medio de la cual las comunicaciones pudieron ser reestablecidas en correspondencia con su estado, no pueden ser alcanzados por medio de la comunicación verbal.
En su libro Cristianos en busca del éxtasis, el periodista Vanderlei Dorneles afirma que “el rock, tiene una historia enraizada en la religiosidad africana, donde la música primariamente de percusión marcaba los rituales nativos. Diversos estudios muestran invariablemente una relación del Rock y del Jazz con la música religiosa primitiva africana, más específicamente con el vudú, música practicada en las ceremonias religiosas nativas.”
Para Dorneles el primer potencial evidente de la música es su capacidad para la manipulación de las emociones. En su libro, David Tame dice que el vudú todavía es practicado en rituales y orgias satánicas en el África y en el Caribe.
Satanás ha tenido gran éxito al acercar lo profano a lo sagrado en nuestros días. Justamente por eso es que vemos, desde hace unos años, a la religión permaneciendo asociada a fiestas populares como el carnaval y la fiestas callejeras.
Extraído de Detrás de los medios, pp 72-74